jueves, 4 de marzo de 2010

El gusto el mío.



Esta fue la columna que aperació el día del terremoto, la verdad es que me daba un poco de pudor publicarla porque obviamente el país tiene mayores preocupaciones, pero ya que muchos me lo han pedido acá está... Claramente está dedicada a Octavio.

4 comentarios:

  1. Sabrosa columna don Marcelo….

    Un póster que colgaba en mi pieza de niño, que a su amigo le daría urticaria por lo “picante”, decía algo así como “Cada niño al nacer es una muestra de que Dios no ha perdido aún la esperanza en los hombres” . Hace ya bastantes años que dejé de creer en ese Dios al que hacía referencia el afiche tipo Village que “decoraba” mi pieza de pre-adolescente, pero desde hace casi el mismo, o incluso más tiempo, creo firmemente en el hombre como especie, en su infinita capacidad de enfrentar la vida en una forma positiva , investigativa, ávido de descubrir cosas nuevas y mejores, como lo demuestra su hijo Octavio

    Como le dije en un comentario de su columna sobre su viaje al ombligo del mundo, los hijos suelen ser el reflejo de lo que hacemos o no hacemos como padres… Por muchos años la sociedad se ha preocupado de “educar” a los hijos según las “normas” del “deber ser”, alguien planteó el concepto de la libertad (no culpo al Dr. Spock, el pediatra no el de Viaje a las Estrellas, pues creo que es algo más complejo que la simple aceptación a ultranza de la teoría por él planteada, creo que tiene más que ver con el individualismo mal entendido, pero eso es harina de otro costal) y algunos pasaron de la opresión a la desidia paterna… Como padres creo que nuestra misión tiene más que ver con ser una guía, un apoyo, un faro para nuestros hijos, creo que debemos dejar que ellos vivan sus propias vidas, tratando de que nuestra propia experiencia de vida y lo que hayamos aprendido con nuestros errores y aciertos, les permita tomar mejores decisiones…

    A modo de reflexión y no de consejo (ya le conté que la embarré mucho cuando iba por la vida de consejero universal), me animo a decirle: Incentive en sus hijos la aventura de vivir, destierre el miedo a equivocarse, el peso de hacer lo que es “correcto” cámbielo usted por la libertad de hacer lo que es “bueno”…

    Que la paz, el amor, la luz y la libertad sigan inundando su vida.

    Afectuosamente, su amigo,

    Rolando

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  2. así será amigo Rolando, como siempre muchas gracias por sus palabras... ah y que no le tiemble el teclado para escribir dios con minúscula... total...
    un abrazo

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  3. Marcelo, diste en el clavo. Mi subscripción del sábado llegó a Coquimbo, tu columna quedó saboreando una rica palometa frita u ostiones a la parmesana. En gustos no hay nada escrito dijo la vieja.... (lo termino por mail, porque es picante, como el gusto de Octavio, jajajajaja) Por más de 10 años fui tutora de niños coreanos que iban a colegios bilingües y aprendí a degustar esa comida que tanto los discrimina, al igual que Octavio, me encantaba comer un tipo de pulpo tipo charqui, que mientras hablabamos en inglés, el pulpo seguía ahí, como el cochayuyo que le dan a las guaguas. Comí de todo, menos el kimchi, un repollo fermentado y más picante que el p...madre peruano. Una vez me ofrecieron fideos, vi a mi alumna comiéndolos con tantas ganas que acepté; lo rojito no era salsa, era ají. Por primera vez viví el dicho "Pica dos veces, la boca y más tarde ahí". Fíjate que mis alumnos coreanos jamás se enfermaron de la guata, esto siempre lo encontré raro, quizás la ingesta de tanto ajo y ají desde pequeñitos los hace inmunes. De todas formas felicita a Octavio, eso de probar cosas nuevas no es para nada común en un niño y tampoco en muchos adultos. Y los felicito a Uds.: no es fácil dejar a los niños tomar decisiones.

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  4. Buenas anécdotas Marilyn, muchas gracias
    Marcelo

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